¿Por qué algunos destinos ya no quieren turistas (o al menos no tantos)? Y cómo podemos cambiar esa historia
- TIConsultora
- 1 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 10 jul

Por Tourism Innovation Consulting
Durante décadas, destinos como Venecia, Bali, Islandia o Machu Picchu fueron el sueño de miles de viajeros. Hoy, curiosamente, muchas recomendaciones turísticas incluyen mensajes como “mejor no ir”, “espera unos años” o “busca alternativas”. ¿Qué está pasando?
La reciente protesta en Ciudad de México, donde manifestantes increparon a turistas en barrios como Condesa y Roma, nos recuerda que el rechazo al turismo ya no es solo un fenómeno europeo. La gentrificación, el alza en los precios de vivienda y la masificación de visitantes están generando tensión también en Latinoamérica. Cuando el turismo no se gestiona bien, las comunidades lo sienten como una amenaza y reaccionan en consecuencia.
Este fenómeno no es una moda ni un castigo al viajero, sino una consecuencia directa del desequilibrio entre lo que un destino puede soportar y lo que se le exige día a día.
Pero no todo está perdido. Hay formas de viajar mejor, de hacer turismo sin destruir lo que amamos, y de construir una nueva cultura turística: más consciente, más humana y, paradójicamente, mucho más enriquecedora.
El verdadero problema no es el turismo. Es cómo y cuánto.
Llamamos “sobreturismo” a lo que ocurre cuando la cantidad de visitantes supera la capacidad física, social o ambiental de un lugar. Pero no se trata solo de números: también influyen el tipo de experiencias que se promueven, la infraestructura disponible, el comportamiento de los viajeros y las decisiones políticas que regulan el flujo turístico.
Lo ocurrido en CDMX esta semana es una señal de alerta: la percepción de que el turismo desplaza a los residentes no es infundada. Cuando vivir se vuelve más caro que visitar, cuando los comercios tradicionales desaparecen o cuando todo se adapta solo para el visitante, es lógico que las comunidades empiecen a sentirse ajenas en su propio hogar.
Algunos efectos visibles:
Deterioro ambiental (senderos erosionados, basura, contaminación).
Pérdida de identidad local (tiendas tradicionales reemplazadas por souvenirs genéricos).
Desplazamiento de comunidades (porque vivir se vuelve más caro que hacer turismo).
Experiencias vacías, donde todo está hecho para la foto, pero no para el alma.
¿Qué han hecho algunos destinos para frenar el colapso?
Venecia (Italia)
Saturada por cruceros y turistas de un solo día, implementó un sistema de cobro por entrada diaria y limitó el acceso de embarcaciones grandes.
Bali (Indonesia)
Afectada por la masificación y la pérdida de conexión con su cultura, está impulsando el respeto por sus tradiciones y cobrará una tasa de turismo sostenible.
Islandia
Controla el acceso a zonas frágiles, promueve el turismo en baja temporada y fomenta el respeto ambiental con campañas y regulaciones firmes.
Machu Picchu (Perú)
Aplicó límites diarios, rutas predefinidas y acceso con guía obligatorio. Se promueven alternativas como Choquequirao para diversificar la demanda.
Kioto (Japón)
Restringió el acceso a barrios tradicionales tras años de saturación y ha iniciado campañas para sensibilizar sobre las costumbres locales.
Santorini (Grecia)
Limitó el ingreso de cruceros y busca atraer a quienes viajan en otras temporadas, para equilibrar su capacidad.
¿Qué podemos hacer como viajeros y profesionales del turismo?
Si eres viajero:
Evita las temporadas más saturadas.
Busca operadores locales comprometidos con la sostenibilidad.
Quédate más tiempo, consume local, conecta con la cultura.
Si gestionas o trabajas en turismo:
Crea productos que desconcentren el turismo de las zonas más críticas.
Forma y empodera a comunidades locales.
Diseña experiencias auténticas, no solo fotogénicas.
¿Y si descubrimos nuevos caminos?
Aquí te dejamos una lista de destinos alternativos que aún conservan su esencia y merecen ser conocidos, valorados y protegidos:
Si pensabas en... | También podrías considerar... |
Venecia (Italia) | Bérgamo, Lecce o Annecy (Francia) |
Bali (Indonesia) | Lombok, Sumba o la costa de Vietnam |
Machu Picchu (Perú) | Choquequirao, Kuelap, Ciudad Perdida (Colombia) |
Islandia | Islas Feroe, Laponia sueca, norte de Escocia |
Kioto (Japón) | Kanazawa, Nara, Takayama |
Santorini (Grecia) | Milos, Naxos o Kythira |
Ámsterdam (Países Bajos) | Utrecht, Haarlem o Gante (Bélgica) |
Lo extraordinario no siempre está donde todos miran.
Viajar bien es dejar una buena huella
Viajar con respeto, consciencia y propósito no es una limitación: es una oportunidad para vivir el mundo de otra manera. Una que no repita lo que todo el mundo hace, sino que valore lo auténtico, proteja lo frágil y contribuya al bienestar de quienes nos reciben.
Lo que pasó en Ciudad de México podría repetirse en otros destinos si no tomamos medidas. Aún estamos a tiempo de repensar el modelo turístico que queremos para América Latina y el mundo. Como viajeros, como profesionales, como habitantes del planeta.
Viajar no es pasar por un lugar. Es formar parte de su historia… y dejarla intacta.
*Este artículo es producto del equipo de trabajo de Tourism Innovation Consulting, como parte de nuestro compromiso con un turismo más consciente, innovador y profesional.
Si deseas compartirlo, te invitamos a hacerlo siempre citando la fuente original.
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