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¿Influencers o impulsores? El rol de los creadores de contenido en la transformación turística

Actualizado: 30 jul


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Por María Fernanda Sánchez, consultora en Tourism Innovation Consulting


Lo que pasó con Luisito Comunica en Ciudad de México no es solo un escándalo mediático: es un síntoma.


El pasado 4 de julio, el popular influencer mexicano Luisito Comunica fue increpado por manifestantes durante una protesta contra la gentrificación en la colonia Roma-Condesa. Entre gritos, empujones e insultos, muchos lo señalaron como “parte del problema”. ¿La razón? Su contenido, según algunos, ha convertido a ciertos barrios en destinos virales que atraen turismo masivo, inversión extranjera y, como efecto secundario, el desplazamiento de comunidades locales.


Pero más allá de la polémica del momento, esta escena abre la puerta a una pregunta que nos toca de cerca a quienes trabajamos en el turismo:¿Qué papel juegan hoy los creadores de contenido en la transformación de los destinos? ¿Son aliados estratégicos o catalizadores de un fenómeno complejo como la gentrificación?


Cuando el barrio se convierte en escenario


Durante años, la industria turística ha recurrido a influencers para mostrar lo mejor de sus destinos. No es para menos: sus fotos, videos y recomendaciones mueven audiencias masivas. A veces, en pocas horas, un lugar puede pasar de ser un secreto local a convertirse en un “imperdible de Instagram”.


Esto, en algunos casos, trae beneficios reales: aumenta el consumo local, dinamiza la economía, da visibilidad a pequeños emprendimientos. Pero también tiene un costo.


El problema aparece cuando esa exposición no va acompañada de una planificación responsable. Lo que comienza como un impulso positivo puede derivar en una transformación acelerada: alquileres que suben, residentes que se van, tiendas tradicionales que cierran para dar paso a cafeterías gourmet. Y entonces, ese “barrio con encanto” empieza a parecerse a todos los demás.


¿Es justo culpar a los influencers?


No. O al menos, no solo a ellos. Un influencer, por sí mismo, no puede gentrificar un barrio. Lo que sí hace es visibilizarlo. Y cuando esa visibilización llega sin contexto, sin conciencia y sin diálogo con las comunidades locales, puede convertirse en una especie de colonización visual.


Pero la responsabilidad no es exclusiva de los creadores de contenido. También recae en los gobiernos, en las marcas turísticas, en las inmobiliarias, en las plataformas digitales y —sí, también— en los propios turistas que elegimos destinos sin preguntarnos por el impacto de nuestra presencia.


Una nueva ética para la promoción turística


Hoy más que nunca, hablar de turismo implica hablar de responsabilidad. Eso incluye repensar cómo usamos la influencia digital para promover destinos.


¿Qué pasaría si empezáramos a trabajar con creadores de contenido que realmente se involucran con los territorios? Que no solo muestran lo bonito, sino que cuentan historias reales. Que dan voz a los habitantes. Que entienden que un lugar no es solo una postal, sino un ecosistema social y cultural.


Lo mismo aplica para quienes diseñamos estrategias de promoción: ¿cómo seleccionamos a los influencers? ¿Qué tipo de narrativa estamos difundiendo? ¿Estamos dispuestos a priorizar la autenticidad sobre la viralidad?


¿Y si convertimos la influencia en alianza?


En lugar de señalar con el dedo, tal vez el camino esté en educar, dialogar y colaborar. Integrar a los creadores de contenido en estrategias más conscientes, formarlos en turismo responsable, involucrarlos en procesos comunitarios.


Porque sí, los influencers tienen un enorme poder. Pero también pueden ser aliados. Siempre que el foco esté claro: no vender destinos, sino construir experiencias con sentido.


Reflexión final desde el equipo


Desde nuestra experiencia como consultores y formadores en turismo, hemos visto cómo una publicación puede cambiar la vida de un negocio local… o alterar por completo el equilibrio de un destino.Por eso creemos que este debate no debe quedarse en el enojo o la tendencia del momento, sino traducirse en acción concreta. En mejores decisiones, en alianzas más éticas y en una promoción turística que escuche, respete y construya junto a las comunidades.


El turismo del futuro no se basa en likes, sino en vínculos. Y eso empieza por repensar cómo, quiénes y para qué contamos las historias de los lugares que visitamos.


*Este artículo es producto del equipo de trabajo de Tourism Innovation Consulting, como parte de nuestro compromiso con un turismo más consciente, innovador y profesional.


Si deseas compartirlo, te invitamos a hacerlo siempre citando la fuente original.


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